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Ciclo, la pieza de Alberto Cruz para la Milpa Gráfica

Ciclo, la pieza de Alberto Cruz para la Milpa Gráfica

El tiempo nunca se detiene, siempre sucede, sin importar si tenemos incidencia en él o no, si estamos de acuerdo o no, si queremos o no, si nos damos cuenta o no de su paso. Pero, las acciones son una manera de intervenirlo, el verbo “hacer” provoca; los procesos y los saberes son formas para que la temporalidad sea tangible.  ¿Qué mejor palabra para ser la décima, el uno y el cero, la que inicia un nuevo año, este 2022? “Ciclo” es parte de la Milpa Gráfica y su vocablo proviene del latín cyclus que a su vez del en griego significa “círculo” o “rueda”.

La serie de fases por las que pasa un fenómeno de manera periódica se conoce así y la milpa es un ciclo que, como se ha narrado en diferentes momentos, tiene variantes por región, pero que cumple con la siembra, el cultivo y la cosecha. Todo en este sistema requiere cuidado, paciencia, trabajo, observación, adaptación, creatividad, tesón, entendimiento, y sí, amor y fe.

Cada cultura concibe los periodos de diferentes maneras y para distintos fines, según su tiempo y cosmovisión. En la prehispánica, varios códices plasman que el cosmos se dividía tanto vertical como horizontalmente, como explica Rubén B. Morante en su artículo “El universo mesoamericano. Conceptos integradores”. Como ya he descrito, no existe un solo tipo de milpa, depende de las características de suelo, clima, de las especies disponibles, de las tradiciones y saberes locales, así como de los gustos y necesidades tanto culinarias como alimenticias de las familias agricultoras.

Se lee lo siguiente en el sitio oficial de la CONABIO :

“En algunas regiones del país, sobre todo en el trópico húmedo, la milpa se establece a partir del sistema itinerante de roza-tumba-quema, este tipo de producción consiste en la limpieza de pequeñas parcelas y la quema de residuos vegetales secos, para posteriormente cultivar en ellas y aprovechar los nutrientes de las cenizas. Aunque existen zonas en este mismo ambiente, donde las condiciones de suelo permiten el establecimiento de sistemas más permanentes. En otras zonas, se han favorecido agroecosistemas donde la milpa puede ser parte ya de un manejo establecido año con año donde se puede asociar con otros cultivos en un ciclo y en ciclos subsecuentes rotar con especies de cultivos distintas como frijol u hortalizas. En otras regiones se establece la tornamilpa o tornamil, es decir la segunda siembra en la misma parcela en el mismo año”.

Las nueve palabras anteriores de este proyecto ya incluyen definiciones y referencias a fuentes históricas, bibliográficas, académicas y testimoniales… Hay tanto documentado y por escribir sobre la milpa y los maíces que este es solo un humilde granito en una mazorca, un homenaje a eso que es más grande que tú y que yo.

En este texto seré muy breve, más personal: 2021 fue de mucho aprendizaje, de acomodar, repensar y reflexionar, gracias a las diferentes visitas a distintas milpas y familias: tres en Tlaxcala (la Baltazar Márquez en San Juan Bautista Ixtenco, la De Albino en Huamantla y la Sánchez Islas en San Felipe Sultepec, en varias ocasiones y épocas distintas); una en San Mateo Ozolco en Puebla (con la cooperativa Milli Cholula) y una más en Yalbooc, en Chiapas (con las Hernández Ruíz y de la que estoy elaborando un reportaje para este febrero).

Cada una de esas vivencias me importó, significativamente, así en primera persona. Diré que fueron definitorias para este, mi ciclo de trabajo a seguir en 2022. Significaron mucho porque fue el regreso después de que en 2020 estuve alejada de las comunidades presencialmente (estuve virtualmente y muy cerca desde el periodismo ya que escribí mucho ese año) a fin de no arriesgar a nadie ante esta pandemia que ha sido la vorágine de nuestros tiempos, que ya nos marcó y nos sigue marcando la vida.

Fue la re confirmación de que me gusta escuchar, hacer y me interesa lo que ahí converge: historias particulares de personas y colectividades, cultura, lenguaje, política, economía, medio ambiente, género, resistencias y hasta lo que no tiene explicación. Más de una década de oficio y de trabajo de campo te hacen saber que siempre hay que estar re aprendiendo y recomenzando de manera constante.

Ver a ciertas personas organizarse en lo que verdaderamente puede llamarse comunidad, “comunalidad”, en palabras de Floriberto Díaz, tener certezas, cambios, contradicciones y dudas, ver a algunas estar orgullosas porque llevan generaciones haciendo lo que saben con el cuerpo y los sentidos es invaluable.

Y sí, las problemáticas son abismales como las desigualdades, las apropiaciones, las violencias explícitas y simbólicas, y sí, tengo a veces la sensación de que algunas nunca se resolverán (incluso, se agudizan), que algunas ni siquiera se analizan, se perciben o se observan, pero aún así, es algo demasiado vivo, ahí hay verdad y belleza, hay “duende”, como ese término que me fascina de Federico García Lorca.

Uso aquí el vocablo “vivencias” porque analizo que “experiencias” es un término manoseadísimo en la actualidad: ¿acaso se pretende que todo se vuelva mercancía, todo puede convertirse en “experiencial”, en un modelo replicable, “monetizable” (¡vaya concepto!)? Respondo apresuradamente que no, por fortuna, y sin afán de ser dicotómica ni entrar en detalles a profundidad de esto por ahora, dejo aquí la pregunta y la reflexión de esa retórica, los discursos que esto implicaría. Precisamente, ese ciclo, el de la milpa, nos trasciende.

De nuevo, repetiré que cada quien debe pensar en su propia posicionalidad al acercarse a entornos que no conoce, que le son ajenos: no soy del campo, nací en una ciudad, mi identidad es un conglomerado de realidades e ideologías mixtas, conozco mis privilegios, también mis alcances, respeto la otredad, escribo aquello que escucho, que me comparten y desde mi subjetividad entera encontraré las palabras precisas y justas para plasmar eso que analizo, que observo, que siento, de eso a lo que me abren las puertas para ser parte.

Mis manos duelen y no aguantan pixcar sin guantes. Una puede ir un rato a calar de qué va eso de las jornadas en las parcelas, es sumamente cansado, pero solo quien lo vive año con año sabrá de qué se trata en carne y vida propia. De ahí la urgencia de evitar romantizar narrativas: hay que buscar, fomentar y fortalecer ejercicios críticos (y auto críticos), aplicar los métodos que las ciencias sociales y la etnografía nos aportan a quienes decidimos seguir ese camino. Que nada humano nos sea ajeno.

Polvo, sudor, sol, tiempo, tiempo, sol, sudor, polvo. Hay tantas complejidades detrás de una tortilla, un atole, un tlacoyo y tantos alimentos con maíz, de la siembra a la cosecha, de lo mucho que están cambiando las generaciones, los intereses, de lo desigual y lo que atraviesa lo alimentario y la milpa. Ojalá cada vez más valoremos y agradezcamos tanta chamba humana, más allá de discursos de trazabilidad o donde a lo comestible se le llama “producto”, se le separa de su contexto, de su relación intrínseca con las personas o se les empieza a ver como “santos griales” sin entender sus porqués y para qué. Es una urgencia social, cercana, cotidiana, necesaria.

Esta imagen la cedió amablemente Alberto Cruz para nuestra Milpa Gráfica. Le admiro por su obra gráfica. Me gusta pensar en que los ciclos son florecimientos no lineales, es lo que está dormido y despierta para crear, compartir y transformarse.

El plan era acabar con la parte digital de Milpa Gráfica a finales de 2021, pero en estos tiempos van sucediendo eventualidades y hay que ir modificando, así que sigamos y de nuevo, gracias por ser parte y leer esta iniciativa que hacemos con mucho cariño y empeño.

Sobre el creador:

Alberto nació en Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca y es licenciado en Artes Plásticas por la Universidad Autónoma Benito Juárez de ese estado. Su principal medio de trabajo es el grabado. En 2016 recibió el premio Takeda y ha realizado exposiciones individuales en México y ha expuesto en varias colectivas tanto nacionales como internacionales.

Su obra se centra en la infancia y la inocencia. Desde su narrativa lúcida y misteriosa, cada pieza habla de un mundo de posibilidades. Su imaginería principal es la ilustración infantil en la que encuentra un lenguaje personal para crear. Es integrante de Burro Press en Oaxaca.

Síguelo en Instagram como: @albertocrvz

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