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Semilla, la pieza de Bouler para la Milpa Gráfica

La séptima palabra de nuestra Milpa Gráfica es “Semilla”. Todo comienza con una, se nace a partir de ellas. Su etimología proviene del latín seminia, forma plural de seminium que quiere decir “simiente”.

En botánica, es la parte de la mayoría de las plantas angiospermas que contiene el embrión de una nueva especie. Al caer o desparramarse, al ser sembradas y cultivarse, la vida emerge, crece, se mantiene. Rubí Tsanda, poeta purépecha, dice que las letras lo son también en una tierra tan fértil que algún día crecerán y darán fruto.

Las comunidades las acopian

En las comunidades campesinas las semillas de maíces, frijoles, habas y más derivados de la milpa importan: se generan sus propios bancos con ellas, se intercambian y hasta existieron iniciativas como el Programa de Conservación de Maíz Criollo (PROMAC).

Un banco comunitario de semillas es el lugar donde se conservan y que manejan les  productores interesados en mantener, mejorar, utilizar e intercambiar materiales dentro de la comunidad, entre comunidades o regiones.

“Son estructuras rústicas que conservan en botes herméticos de diferentes capacidades la diversidad genética de importancia económica o cultural de la localidad. Los bancos comunitarios de semillas (BCS), al conservar semillas de reserva permiten enfrentar los desafíos del cambio climático mediante la disponibilidad de semillas de calidad y en cantidad suficiente para volver a sembrar en caso de catástrofes”, según el Manual Bancos Comunitarios de Semillas.

Este 2021 la CONABIO inauguró un banco de semillas en el ejido Unión Zapata, en los Valles Centrales de Oaxaca. Su creación fue impulsada por el Proyecto Agrobiodiversidad Mexicana de este organismo en conjunto con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Ya son doce bancos comunitarios de semillas en este estado. Sin les agricultores de las comunidades, quienes donaron semillas de maíces, frijoles y calabazas nativas, eso no hubiera sido posible.

José Luis Gijón López y su colega Leticia García, originarios de San Miguel del Puerto, en la región de la Costa, explicaron durante la Feria de la Agrobiodiversidad en Oaxaca en 2017 que para ellos los bancos de semillas son esenciales, pues han conservado sus variedades de maíces, cacao y frijol. “Allá la mayoría de la gente se dedica al campo”, dijeron.

Las organizaciones campesinas, como el Proyecto de Desarrollo Rural Integral Vicente Guerrero A.C. de Tlaxcala, buscan la soberanía alimentaria de sus comunidades con las semillas como mensajes de memoria, diversidad, fuerza, colectividad y resistencia: son lo contrario a lo que los transgénicos buscan, con discursos relacionados con las patentes de empresas trasnacionales y la homologación.

Las mujeres seleccionan y cuidan cada semilla

Hay que destacar que el papel de la mujer campesina es fundamental para hablar de semillas, Alicia Sarmiento Sánchez es originaria del municipio de Españita en Vicente Guerrero dijo: “Tal vez no nos veas sembrando o destapando la milpa sino que incidimos mucho en qué queremos que se siembre: qué tipo de semilla nos gusta, con cuál se pueden hacer mejores tortillas o atoles o cuál es el frijol que consumimos mejor”.

María Moen Yah, otra guardiana de semillas maya, originaria del municipio de Tixméhuac en Yucatán dijo que “guardián” significa el que rescata los elotes antiguos. “Los estamos cuidando porque una vez que vino un ciclón casi se llevó todo y nosotros nos juntamos con los compañeros para conservar estas semillas. Hacemos ferias entre todos y juntamos las que había”. No solo intercambian las de maíz sino de yuca, camote, jícama, chile, tomate y muchas variedades más.

Nada se resuelve en soledad, mucho menos los temas agrícolas. Un ejemplo más de la importancia de las mujeres en la protección y selección es el Grupo Semillas de San Andrés Zautla en Oaxaca. María Soriano, su representante, explicó que su propósito es conservarlas y seguirlas sembrando.

Aida Miguel y Teresa Ventura, dos de sus compañeras, dijeron que ellas buscan que más líderes femeninas se animen a tomar las riendas de proyectos colectivos, a fin de que los más jóvenes tengan alternativas en los cultivos.

“Queremos que hagan la alimentación parte de su vida, que aunque tengan una carrera en el futuro, amen de donde vienen, que amen el campo, y en sus ratos libres lo cuiden para que los que vienen atrás, lo aprendan”, afirma Aída. Ellas son parte de Puente a la salud comunitaria, asociación civil relacionada con nutrición, agroecología y economía social.

Las familias las conservan

En El Tejocote, en el Estado de México, Antonia Chico, también mostró cómo selecciona frijoles de diversos colores y las semillas de los maíces que más le servirán. La misma labor la hace con las habas, le enseña a sus hijes a hacerlo. Salvador Dionisio, su suegro, y Víctor, su esposo, arman cada temporal la yunta y sus partes, la coyunta, el yugo y el barzón. Antonia explicó que se debe pasar tres veces con esta máquina rural: para la siembra, para la escarda y para el tablón, a fin de que el surco quede “boludo” y la semilla tenga espacio.

“Frijol” y “Cadeno” son los dos animales que jalan ese artefacto para sembrar maíz amarillo, negro, rosado, blanco y pintito para tortillas, tamales y otras derivaciones comestibles, así como haba, frijol y chícharo. Su sistema es de temporal, de marzo a abril; la cosecha va de octubre a noviembre. Los olotes sirven como combustible, de ornamento en las festividades patronales y hasta como amuleto de protección.

Por otro lado, Francisco Rodríguez de Uricho, Michoacán aportó una palabra más al vocabulario relacionado con la tierra y la semilla: siembran a finales de junio e inicios julio, y si se adelantan lluvias esperan a que caigan tres aguaceros intensos pues debe estar muy húmedo el terreno porque si no, no hay germinación–y a eso le llaman “descalentar”–.

Protección y ferias

Otro ejemplo más relacionado con la protección de semillas fue el del Semillatón, impulsado por Edelmira Linares y Robert Bye, investigadores que buscaron el trabajo interdisciplinario para afrontar una situación de emergencia debido a la sequía extrema en la sierra Tarahumara que puso en riesgo el abasto de maíces de algunas comunidades en 2012.

Si bien las ferias relacionadas con el maíz son vitales para el intercambio de semillas y de saberes a gran escala, se han pausado por la pandemia, pero la gente de manera local sigue haciendo trueque con ellas, sigue buscando que no se pierdan y esperando que poco a poco vuelvan a realizarse.

Los fondos de semillas in situ tanto comunitarios como familiares son muy importantes para asegurar que estas existan a pesar de las sequías y climas extremos, y existe la necesidad actual de apoyar a la tecnología campesina para guardarlas, explica Malin Jönsson de la Fundación Semillas de Vida, quienes han estado involucrados en el trabajo de la campaña Sin Maíz No Hay País y con la decisión que ratifica medida precautoria a favor de maíces nativos, milpa y derechos colectivos de la que te expliqué más por acá.

Animales y polinización

Colibríes, moscas, abejorros, mariposas y murciélagos son aliados de la agricultura y de acuerdo con la FAO en muchos lugares del mundo se observa una disminución de polinizadores debido a la transformación de sus hábitats naturales, el uso de plaguicidas, la propagación de patógenos, la invasión de especies exóticas y el impacto del cambio climático. Si la zoopolinización sigue en descenso, podrían aumentar los precios de los alimentos para los consumidores.

Bouler plasma en su obra gráfica el corazón como una semilla, que a la vez es la tierra y son las personas. En lo alto, como razón de ser, el maíz siendo polinizado por un colibrí. Cada parte es vital para que ese latir continúe. Que siga el cuidado desde la semilla: es fascinante saber que de algo tan pequeño se sostienen tantas vidas, tantas raíces, tantas generaciones.

Sobre Bouler

Uriel Fernando Barragán Cruz, conocido como Bouler, es un artista visual que posee la habilidad de convertir lo tradicional en conteporáneo y plasmar su identidad a través de las artes visuales y plásticas.

Es originario de San Miguel Villa Sola de Vega y se inspira en las raíces de la cultura zapoteca. Le gusta compartir lo que le significan sus tradiciones, ideología y como visualiza al mundo. Su imaginario está cargado de simbolismos mexicanos, lo que le ha dado un sello distintivo a su trabajo.

Puedes seguirlo en: @bouleroaxaca

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