En un palenque lejano en la mixteca algunas amistades y yo visitamos a una familia. No diré nombres ni apellidos porque esto es una anécdota de una actividad que no fue trabajo de campo. Haciendo las tortillas con la señora me enteré de que la tierra era de ella y si no se casaba, no podía heredar. Solo por esa razón decidió hacerlo.
Eso no lo sabía quien me invitó a ir ahí quien llevaba años conociéndoles. No se lo habían compartido porque entre mujeres formamos complicidades, nos escuchamos y porque, a veces, esas historias se quedan en silencio si nadie pregunta o escucha desde eso que en femenino conocemos, nos interesa o inquieta. Hay que hacer las preguntas precisas.
La primera vez que propuse un reportaje relacionado con mujeres y mezcal fue en 2015. “El mezcal no es un tema de género, es un tema de comunidad”, escribí en aquel artículo en el cual Sósima Olivera, Berta Vázquez y Reyna Sánchez compartieron más sobre sus saberes y vidas, desde su perspectiva.
Rectifico eso gracias a los aprendizajes que los años dan: ahora estoy convencida de que “el mezcal es un tema de comunidad y, a la vez, de mujeres”, ninguna de las dos categorías se excluye, son complementarias porque los discursos desde sus diferentes actores involucrades da la riqueza de los testimonios vivos. Y el tema mezcalero puede narrarse con perspectiva de género o no, porque hay que decirlo: no todo acercamiento a temas femeninos tiene este análisis crítico y metodológico.
“Miradas femeninas desde el mezcal” es un libro colaborativo. Es una declaración de principios. En esa palabra hay una postura establecida que anuncia desde el inicio que no hay una única autoría sino distintas voces, las de Cristina Rendón, Erika Meneses, Graciela Ángeles, María Elena Carbajal, Paloma Rivera, Sandra Ortíz, Silvia Philion, Sósima Olivera y la de Joaliné Pardo en el prólogo. Que importante en una realidad que premia lo individual, el liderazgo.
Cada una de ellas, desde su posicionalidad, expresa su cultura y los entornos mezcaleros que conoce, los magueyes que cultivan, algunas desde la entraña de las vivencias familiares y de herencia. Otras narran los primeros acercamientos a este universo desde lo urbano hacia lo rural y sus interconexiones. Cada una usa sus propias palabras y expresiones, plasma sentires diversos, sus alegrías y sinsabores, sus misiones, filias, fobias y vocaciones, sus dudas y aciertos, sus experiencias y preocupaciones.
A través de Graciela podemos leer sobre su abuela Moda, sobre la relación de la cocina y el mezcal, ella nos hace preguntas necesarias como la de quién define a las familias mezcaleras y los porqués; con Sósima se te puede poner la piel chinita como a mí por tan hondas imágenes en las que parteras, agricultoras, madres, abuelas o tías como Minga rompían y rompen las estructuras establecidas.
Con Silvia acompañarás el encuentro que tuvo con ella misma y su constante confrontación de realidades; con las cariñosas palabras de Cristina se te antojarán moles y pozoles y quizá te enternecerás por lo certero que hay en su frase que “a los magueyes se les tiene que proteger como a los niños chiquitos”.
Con Paloma y su personalísimo texto quizá te veas reflejada en su analogía de esa “lucha de vivir nuestra vida como queremos” y tal vez quieras ir a conocer los paisajes que describe; con María encontrarás la honestidad de su confrontación personal a un mundo desconocido, de sentir en carne propia el síndrome de la impostora y de las múltiples vicisitudes que existen al comenzar un proyecto.
Con Sandra conocerás qué es mezcasiarca, porqué el mundo de los sentidos importa cuando los cambios por la vorágine comercial existe y cómo el gusto de su madre por lo festivo la marcó y con Erika tendrás la afirmación necesaria de que el mezcal y el campo también son resistencia, lucha, dignidad, amor y orgullo ante lo adverso, de que puede ser duelo y fiesta patronal a la vez.
Algunas plantean ejercicios y análisis críticos sobre la situación social y del mezcal, otras se exploran en crónicas personales. Justo la riqueza de esta publicación habita en lo que cada una de ellas sabe y comunica. El mezcal no es una generalidad, es a la vez un cúmulo de historias particulares y comunitarias, con sus cambios, problemáticas, reflexiones, aprendizajes y emociones.
Sin colectividad no hay maguey, no hay mezcal. “Miradas femeninas desde el mezcal” es un necesario ejercicio de acuerpamiento y un ejemplo de hacer equipo entre mujeres, de un discurso que será un referente para las generaciones actuales y las venideras.
La primera presentación de este libro se hizo en la galería Mis Mezcales de la CDMX, en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, de la mujer trabajadora, quiero agregar que algunas, tenemos el privilegio de seguir vivas. Retomé un poquito de lo que escribí en mi texto “Hablemos de mujeres, de perspectiva de género” para el más reciente Almanaque de Cocina Nacional de Culinaria Mexicana:
7 de cada 10 de nosotras ha sufrido algún tipo de violencia y alrededor del 90 % de los delitos no se denuncia, por lo que existe un subregistro. 10 mujeres son asesinadas diariamente en México y eso es solo la punta del iceberg por su magnitud y barbarie, es la carne de cañón para la nota roja.
Aunque, en temas de género, cada machismo sostiene un problema enorme que tiene que ver con ejercicios de poder más complejos. Dichos, burlas, machoexplicaciones, acoso, cosificación, sexualización, toqueteos, infantilización, acoso y abuso sexual y emocional, salarios más bajos, folklorización, racismo, discriminación y hasta que te pongan constantemente a prueba para ver qué tanto sabes en tu campo laboral han sido normalizados porque están en el día a día, y suelen pasar desapercibidos en el entorno íntimo y el público, en el hogar y el trabajo, con amistades, familia, parejas, camaradas, colegas y hasta con gente desconocida.
Por esto y más necesitamos seguir hablando entre mujeres y desde nuestras miradas sostenernos, reconocernos, en todos los oficios. Porque las miradas femeninas importan y mucho. Puedes ver esta frase desde el feminismo, desde la comunalidad o desde donde quieras, lo urgente es que no exista un mundo sin nosotras porque nuestros derechos y vidas importan. Aquí estamos, existimos y resistimos, construimos.
A petición de las involucradas les dejo por aquí la versión digital en PDF de “Miradas femeninas desde el mezcal” y si lo quieren en físico pueden pedirlo en Tianguis Mezcalero o en Galería Mis Mezcales en CDMX:
Miradas femeninas desde el mezcal (formato digital PDF).
La publicación tiene los derechos reservados del CIATEJ- CONACYT, fue cuidado editorialmente por Alessandra Pradel, la ilustración de la portada es de Carla Morales, y el diseño y maquetación es de Jessica Romero: dar reconocimiento a todas en el equipo es vital.
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