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Influencers, ¿recomendaciones libres o publicidad?

Por Mariana Castillo Hernández

Piensa por un momento si ese video que viste y compartiste en TikTok con una receta, si  ese reel que te encantó sobre un nuevo restaurante, fueron anuncios; si esa persona que sigues te indica claramente que su contenido incluye publicidad, que hace relaciones públicas o que tiene tratos comerciales con ese lugar o marca que te sugiere.

Hace unas semanas me invitaron al taller Influencers responsables, seguidores protegidos que organizó Tec-Check, una asociación civil que defiende los derechos de las personas que compran en línea en nuestro país y que elaboró, con el apoyo de El Poder del Consumidor, el estudio #ChatarraInfluencer. Éste evidencia cómo la industria de comida chatarra en México crea campañas de publicidad para audiencias infantiles y adolescentes a través de estos personajes digitales. En él, se afirma y se muestran datos sobre “el triángulo conformado por empresas, agencias de marketing e influencers” que “operan en un contexto casi anárquico, es decir, sin reglas y con autoridades ausentes”. En el sitio chatarrainfluencer.mx, pueden hacerse denuncias ciudadanas a campañas sobre productos no saludables en cuentas de redes sociales. 

Efectivamente, la línea es delgada entre recomendar algo entre compitas solo por el gusto de hacerlo o recibir algún intercambio o pago por ello, y no solo sucede con la comida chatarra sino con suplementos alimenticios, hoteles, restaurantes y un gran etcétera. El entorno digital es campo fértil para que se promocione a diestra y siniestra casi lo que se quiera y estoy segura que muchos creadores no piensan en las implicaciones de sus mensajes. 

En ese útil encuentro de Tec-Check, se conversó sobre la transparencia que debe existir en el marketing de influencers, las políticas de las plataformas de Meta y TikTok, la responsabilidad compartida que debe haber entre quienes conforman la cadena entera y la necesidad de ética personal, pero también de leyes, contratos justos y regulaciones. 

Reflexioné en retrospectiva sobre mi consumo, quehacer y camino profesional: estoy segura que diferentes colegas que han llegado a esta fuente informativa de la comedera, se han hecho también preguntas sobre los cómos y han virado en  el camino. Desde mi experiencia, al llegar hace más de una década al entorno de escribir de alimentación en periódicos, sitios en línea, revistas y libros, y también al trabajar desde el marketing digital y tener mi propia cuenta, he encontrado a base de prueba y error, de conocimiento y aplicación, un método.

En primer lugar, noté que había confusión, sobre todo, por el desconocimiento de los géneros periodísticos y la novedad que los formatos en la comunicación digital ofrecían, así como por la nueva ola de mediatización culinaria. Fui buscando maneras para decirle a las personas lectoras que ciertos contenidos habían sido generados con la ayuda de secretarías de turismo, marcas o personas porque me daba paz ser clara, y para darme más orden, usé la nota como modelo para las reseñas de lugares y los reportajes y los artículos de opinión para otros textos.

Personalmente, me alejé de la crítica culinaria porque, en un análisis serio sobre ella, la considero clasista y hasta colonial pues abona a la desigualdad y comparación entre otredades sin repensar sobre posicionalidades, y me parece mucho más necesario en nuestra realidad lograr artículos de opinión críticos, fundamentados y lejanos al enfoque gastronómico clásico. Todo esto busco compartirlo con el alumnado de diferentes diplomados, talleres o charlas pues socializar la experiencia importa pues considero que solo así lograremos cambios y nuevas deontologías. Desde mi cuenta personal, solo trabajo con marcas congruentes a mi filosofía y contenido ya que generar alianzas es posible, pero considero que estas no deben ser contradictorias por respeto a quienes confían en lo que hago.

Por otro lado, las plataformas de Meta, TikTok, YouTube y más tienen maneras de indicar si lo que publicamos es publicidad con los botones existentes en ellas y no basta con usar el hashtag #publicidad, si no que los audios o textos deben ser veraces y clarísimos al respecto, no se debe dejar lugar a dudas. 

Finalmente, pienso que esto es aún más vital en un entorno cambiante y con retos informativos ante las fake news y la rebeldía ante la hegemonía mediática. En el Digital News Report 2024 de Reuters se afirma que el consumo de noticias en la prensa escrita y en la televisión se ha vuelto cada vez menos importante con el tiempo, además de que, desde 2018, la confianza en las noticias disminuyó alrededor de 15 puntos porcentuales. Las redes sociales se usan ampliamente en todos los grupos de edad: les mexicanes somos usuarios intensos, y TikTok es la plataforma que más crece para informarse. 

¿Qué estamos haciendo para lograr un entorno más saludable en todo sentido? ¿Analizamos el discurso de lo que estamos viendo a diario? Cada quien podemos aportar un granito de arena ya que también generamos información. ¿A quién le doy mi like, mi share, mi comentario y mi atención? ¿Promuevo el rage bait u otros discursos? Hay cuentas con contenido digital valioso para cada interés, sin duda, busquémoslo, compartámoslo y nos nos vayamos solo por numerotes. No le demos poder a quienes no piensan en las consecuencias, no es inocente no hacerlo ya que hay mucho dinero e intereses involucrados.

Texto publicado en Alacena Abierta de Más Chilango el 5 de septiembre de 2024 (impreso y digital).

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