Enfoque de género y cocina: hablemos de mujeres en México

A lo largo de años de trabajo me ha interesado el enfoque de género en los temas alimentarios desde diferentes perspectivas y contextos: he hecho perfiles de cocineras de pueblos originarios y rurales, de empresarias, de agricultoras, de científicas, de investigadoras, de escritoras, de baristas… y no solo en especiales del Día de la Mujer. Hablar con mujeres que desde diferentes ámbitos se relacionan con la cultura alimentaria es un ejercicio revelador y mayéutico.

Como señala la especialista Marcela Lagarde, “la perspectiva de género permite analizar y comprender las características que definen a las mujeres y a los hombres de manera específica, así como sus semejanzas y diferencias. Esta analiza nuestras posibilidades, expectativas y oportunidades, así como los conflictos institucionales y cotidianos que deben enfrentar a las maneras en que lo hacen”.

Alice McLean, escritora e investigadora, dice en Feminist Food Studies: A Critical Overview que la cocina ha sido históricamente un repositorio de la creatividad femenina, una fuente de placer sensorial y un espacio de resistencia. Es también un lugar para ejercer la colectividad y lo comunitario. Si bien cada caso depende de su contexto y existen los que pueden ser contrarios a esta aseveración, cocinar es un hecho social que está trastocado por diferentes factores.

Hablar de mujeres no es una moda, ni feminismo es mala palabra: eso tendría ya que quedarnos muy claro. Desde el periodismo y la comunicación podemos evitar que el poder se ejerza de maneras injustas y desiguales: no necesitamos eso. En ningún espacio. Mucho menos en nuestras cocinas.

Estos son solo algunos ejemplos del esfuerzo por dar el lugar que tienen y merecen las mujeres en el ámbito alimentario.