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Incomodarse y actuar para no ser devorada

Incomodarse y actuar para no ser devorada

Por Mariana Castillo Hernández

En este camino de escribir, de intentar seguir ejerciendo la labor periodística a pesar de todo, la incomodidad es la que me ha hecho girar el timón y buscar otras maneras de hacerlo, de encontrar personas que también estén incómodas y que nos hagamos otras preguntas y no solo aplaudamos como focas el Statu quo, es decir, el estado de las cosas como las conocemos, sin moverle, sin gritar, sin hacer ruido, mirándonos el ombligo desde nuestro privilegio (frágil, si no somos parte de la clase más privilegiada en el mundo, por cierto), “capitalizando” y repitiendo que el cambio está en una, que cuánta negatividad al ver solo lo que está mal, que tengan resiliencia, que disfruten y buena vibra, que mediten o se echen unos chocohongos, plis

Disfruto la vida: amo beber mi café por la mañana en pausa, compartir con mis personas favoritas, acariciar a mis mascotas u observar pajaritos solo porque sí, pero también tengo conciencia social y me molesta y me duelen tantas injusticias porque lo que está sucediendo también me afecta porque soy humana. Si no hacemos algo hoy, si no observamos lo que nos devora, esa vorágine seguirá creciendo. La Hidra, como le llaman en el zapatismo, va teniendo más cabezas y somos su alimento preferido.

No somos islas, somos comunidades y el mundo está en efervescencia social porque el capitalismo, el conservadurismo, los gobiernos autoritarios y las personas en el poder están agarrándose con uñas y dientes a no perder lo que tienen, a seguir explotando a las personas y los recursos naturales sin medida, a matar para quedarse con territorios enteros, apropiándose de lo que no es apropiable y son bienes comunes, a producir y consumir ad infinitum, ad nauseam, creando la falsa idea de que somos libres porque podemos consumir lo que queramos, porque en su lógica todo es propiedad privada. Suena absurdo, pero ese es el mensaje extendido: “sé exitoso teniendo más, acaparando más, sin importar cómo”. El poder por el poder. “Chíngate a todes y todo porque puedes” es su lógica.

Las movilizaciones en Los Ángeles contra las redadas migratorias y la intimidación y la brutalidad de ICE en la actual administración de Trump, un tiempo donde el racismo y la aporofobia son la bandera que sustenta discursos indignantes; el genocidio en Gaza cometido por Israel y la inacción (y hasta la complicidad) de los gobiernos de los países más poderosos que no permiten la entrada de ayuda humanitaria y que están literalmente matando de hambre a millones de gazatíes; el horrible hallazgo de restos humanos, objetos personales y hornos crematorios en el rancho Izaguirre de Teuchitlán en Jalisco y el asesinato de activistas relacionados con el caso, minimizado y tergiversado por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, aunado a la creciente criminalidad de grupos del narco y complicidad de gente en el poder, tienen mucho en común: todos son ejemplos de la afrenta actual a los derechos humanos, a la creciente deshumanización, al aumento de la militarización en el mundo y a las narrativas oficialistas sustentadas por medios, empresas y personajes públicos para apoyar estos hechos. 

A veces nos sentimos en indefensión, yo me siento en indefensión y me pregunto qué puedo hacer para cambiar lo que sucede. Y a pesar de mi forma crítica y realista de analizar la realidad, tengo mucha esperanza en que podemos generar otros mundos, otras vías, otras alternativas. Nosotros somos más, nunca lo olvidemos: la presión social logra cambios, analizar nuestras acciones diarias tiene implicaciones, transforma, sacude… En mí caso, mi herramienta es escribir, dar clases, hablar en foros, buscar que la palabra invite a la reflexión. ¿Cuál es la tuya?

Pienso, por ejemplo, en la importancia del movimiento BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones) y sus consignas por dejar de consumir los productos o servicios de empresas específicas. Por ejemplo, Chris Kempczinski, director ejecutivo de Mc Donald´s, reconoció que la compañía ha sufrido un bajón en ventas en países islámicos como Indonesia y Malasia, o en otros europeos como Francia, país con la mayor población musulmana de Europa, según Statista (Fuente: La Vanguardia). Esta compañía es de las mencionadas por esta iniciativa.

Otro ejemplo es Starbucks, que aunque no es una marca mencionada por este movimiento, ha perdido más de 11,000 millones de dólares a causa de los boicots pro palestinos en EE.UU., aunada a la huelga de Starbucks Workers United, que sucedió a finales de 2023, porque los derechos laborales no se postergan. 

Aquí me detengo, ¿por qué seguir consumiéndoles a cadenas como esta y otras como Nestlé si sobra evidencia de sus prácticas sociales y ambientales terribles en el mundo y en México?  

La información es poder y por eso recomiendo leer el informe Explotación y opacidad: la realidad oculta del café mexicano en las cadenas de suministro de Starbucks y Nestlé, elaborado por el Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, A.C., ProDESC, organización feminista con alcance transnacional y visión interseccional de la defensa de los derechos humanos. 

“Estas corporaciones globales continúan su expansión bajo el velo de la sostenibilidad y responsabilidad social —una publicidad engañosa que daña a los consumidores—, los caficultores que sostienen sus cadenas de suministro sufren bajo prácticas opacas, violaciones a sus derechos humanos y una marginación sistemática que perpetúa la pobreza en las comunidades rurales”, se lee en esa investigación.

El mayor engaño de los discursos neoliberales es que las personas se benefician por la generación de “empleo” y el “desarrollo” que esto conlleva. En la página 10 de este documento hay un ejemplo que da luz a algo que me interesa mostrarles para que se reflexione más: los únicos que están ganando son los empresarios y las empresas: “con salarios mensuales promedio de 106 USD, quienes trabajan el cultivo del café apenas superan la línea de pobreza extrema por ingresos en México, fijada en un ingreso de 98.80 USD. Se encuentran un 41.52% abajo de la línea de pobreza, fijada en 182 USD (1)”. 

Y así podría seguir con múltiples ejemplos. Se preguntarán, ¿eso qué tiene que ver con lo que hablaba al principio? Todo, las transnacionales tienen más de un lazo común. Nestlé produce alimentos en Palestina ocupada pues es propietaria de Osem investments Ltd. donde pedir comida ante la hambruna es ahora una oportunidad para que fuerzas israelíes te asesinen. ¿Otro dato, pero nacional? Nestlé es de las empresas involucradas en la corrupta Cruzada contra el hambre en el gobierno de Enrique Peña Nieto. 

Así podría continuar porque como dice el meme: “me despierto y los horrores del capitalismo persisten”. Recuerdo el día en el que vi un video sobre el Sótano de las Golondrinas y la muerte de estas aves que estaban en anidación por culpa de una acción de Grupo Vidanta que se dice “responsable ambientalmente”, pero fue absurdamente irresponsable preponderando hacer una grabación usando un helicóptero que respetar seres vivos y su hábitat. Comencé a leer más notas periodísticas y personalmente, sí decido a dónde no ir, a qué no darle un espacio en medios ni redes. Colegas, ¿ustedes qué piensan? ¿Siguen gozando los eventos a los que les invitan y ponen el hashtag #popotefreedolphinfreeglutenfree? Ser cómplices del lavado verde también es una decisión. 

Otro caso es el de Xcaret: cuando escucho gente expresando que hay “inclusión de cocineras tradicionales” (sic) por parte de este grupo turístico, leo los mensajes folcorizantes al respecto, el uso social que hay de las mujeres de diferentes comunidades y las investigaciones periodísticas pasadas y recientes sobre devastaciones y amenazas al territorio maya, #EresArteXcaret, dirán figuras que se dicen muy espirituales y amantes de la vida, lo que olvidan decir es que solo aman la de unas cuántas.

Finalizo con algo expuesto por Carmen López Torres, promotora de destilados de agave, quien mostró un mensaje de @diegodays en sus redes que dice, al respecto de los levantamientos sociales en Los Ángeles: “¿Dónde están todos los influencers de mezcal y tequila en L.A., dueños de bares que se ganan la vida con la cultura? ¿Por qué están tan silenciosos? Han explotado nuestra tierra para beber nuestros licores. Han explotado a nuestra gente para que la hagan para ustedes. ¡Muéstrense ahora!”. Nada más que agregar porque estoy de acuerdo. Les gusta el mexican curious, pero no el enojo por tantas vejaciones, no les parece la rebeldía ante la opresión. 

La industria gastronómica y de la hospitalidad hegemónica es sumamente acrítica, naive y snob: les verán ocupados hablando de qué pasó en la Michelín, las 50 Best y las tantísimas existentes, de si tal o cuál sabor es el más fino, elegante, excelso, perfecto, delicado, innovador, y todo adjetivo imaginado rimbombante existente y por existir, pero pocas veces generando presión o conversaciones sociales realmente útiles, extensivas, que beneficien a otros sectores (más allá del asistencialismo). 

¿Acaso ya se juntaron los cracks, como se llaman entre ellos, los chefs más célebres a conversar cómo pueden dar más alcance con sus plataformas mediáticas a temas vitales como el maíz transgénico y el T-MEC, o a la causa migrante? ¿Qué pasaría si esas “donaciones para incentivar el turismo” que las secretaría estatales le dan a algunas de estas guías mejor se usarán para fondos locales para que los dueños de restaurantes de todo tamaño pudieran darles mejores condiciones a los trabajadores? En cocina, el salario promedio sigue sin sobrepasar esos siete mil pesos mensuales en promedio que reportaba el INEGI…Ah, sí, claro, perdónenme, ¿de dónde van a salir las ceremonias, las fotos, las fiestas, las pedas, los viajes y las constantes ganancias solo para unos cuántos? Ahí vemos a diferentes figuras en fotos con personas de la política y presumiendo al respecto, jactándose de sus relaciones con gente que luego saldrá en investigaciones por corrupción y mal uso de fondos públicos. Estudiantes de cocina, gente en general, ¿de verdad esos son sus modelos a seguir?

¿Por qué admirar a millonarios y empresarios y no a la gente que diario nos permite tener una tortilla en la mesa, a quienes defienden el territorio diariamente, a las personas que investigan sobre el agua, el clima, y un largo etcétera, a quienes atienden negocios cotidianos? Los videos de las personas trabajadoras al otro lado corriendo para no ser deportadas me parten el corazón y aunque no lo parezca, es parte del mismo problema. ¿A qué le estamos dando valor? 

La cadena de co- responsabilidades debería importarnos, millones de decisiones logran cambios. ¿A quién decidimos apoyar en estos tiempos convulsos y por qué? ¿De qué decidimos ser parte? ¿De qué decidimos hablar en voz alta y que silenciamos? Yo me lo pregunto a diario porque, repito, no soy una isla y el cambio no está en mí y la neta, ya estoy harta de toda esta barbarie sin sentido. Prefiero involucrarme con todas las causas posibles que creo justas a no hacer nada mientras veo el mundo arder.

Eduardo Galeano dijo alguna vez que el mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar. La imagen que ilustra este texto es el capitalismo comiéndonos vivos. Una amiga hace unos días me dijo que por qué no escribía de varios temas aquí expuestos, y sí, ya lo hice, sin miedo y con voluntad. No llegará este texto a ser masivo, pero ojalá te sientas en identificación o no, pero que al menos podamos conversar ante tanto sucediendo.

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